SAN JOSÉ Y EL VOLCÁN POAS


Iglesia en San José.


18 de febrero de 2008, VOLCÁN POAS

Me pongo a escribir este diario mientras esperamos la salida del bus de vuelta a San José. Está cayendo una gran tormenta tropical, lo cual es normal en esta montaña cubierta por un exuberante bosque lluvioso de montaña. Hemos tenido suerte por que pudimos ver por 30 segundos el cráter del volcán y por unos minutos la laguna Botos que es un cráter secundario.
20 de Febrero
Es el tercer día en Costa Rica y no he tenido tiempo para escribir. Ahora estamos desayunando con ganas antes de internarnos en el Parque Nacional. Son las 7:30 de la mañana y ya hace calor, unos 27 grados y mucha humedad, aunque el cielo esta casi despejado: Vemos el sol por primera vez en Costa Rica.
Empezaré el relato desde que llegamos hace 3 días.
Al llegar a Barajas, primer disgusto por parte de IBERIA, no pudimos facturar de inmediato porque existía overbooking, pero afortunadamente estábamos entre los primeros en la lista de espera y nos colocaron en sitios separados en el avión, yo viaje junto a una francesa que vivía en Costa Rica y Rafa con un italiano que pasaba meses en el país por negocios relacionados con el café.
El vuelo estuvo bien, aterrizamos en el aeropuerto Juan Santa María, de Alajuela, a unos 26 kilómetros de la capital San José. Los tramites de llegada nos llevaron una hora haciendo cola y cuando salimos hacia el taxi era ya noche cerrada, las 6 de la tarde; el taxi nos dejó después de 20 minutos en el hotel Barceló San José Palacio, que teníamos reservado por Internet a 75 euros la noche. Está bastante bien, frondosos jardines tropicales, piscina y casino, restaurantes y tiendas. Lo que más nos llamo la atención fue la iluminación mortecina que luego íbamos a encontrar en el resto del país y es que la tensión eléctrica es de 110 voltios. Lo mejor del hotel fueron las grandes y comodísimas camas king size con varios tipos de almohadas.
A pesar de haber comido mucho en el avión quisimos descubrir la cocina del país en un restaurante del hotel. Cenamos ensalada de palmitos y medallones de carne en salsa de tamarindo, bastante bien presentados auque la calidad de la carne no es como en España. Estuvo bien de precio unos nueve euros por persona. A las diez estábamos durmiendo porque para nosotros eran las 4:30 de la madrugada.

Al día siguiente tomamos un taxi a las 7 de la mañana que nos dejo en el centro de la capital, en la parada de autobuses TUASA; como el bus hacia el volcán Poas salía a las 08:30 dimos un paseo por el centro y desayunamos café y bollos en una tienda Mawanni, que es una cadena de bollería.
San José no tiene mucho encanto, los edificios son modernos tipo años 60, el área peatonal y la plaza del teatro Nacional son lo más agradable para pasear, no hay muchos bares o cafés.
En el bus de línea solo íbamos turistas y el chofer hacia las veces de guía; el viaje llevó dos horas cuesta arriba por la montaña del volcán parando en Alajuela y en una “soda” para tomar algo e ir al baño. Conocemos a Mauricio y su familia, mujer e hijo; es un geólogo de Madrid que vive en Albany, estado de Nueva York, de vacaciones en Costa Rica. Es muy dicharachero, luego coincidiremos con ellos en el viaje a Manuel Antonio.


Rafa cubriéndose de la lluvia en el Volcán Poas

La montaña es muy bella, hay bosques y cultivos de café y fresas, prados con vacas y casitas multicolores de madera con jardines muy floridos, la pena es que la mayoría de las casas están enrejadas completamente como jaulas de prisión, cuanto más lejos de la ciudad se van viendo menos rejas pero es algo que llama poderosamente la atención. Los ticos echan la culpa de los robos a los inmigrantes nicaragüenses y colombianos.
Laguna Botos


En la parada compramos unas fresas riquísimas para luego comérnoslas en el volcán con unos bocadillos que llevamos preparados.El Parque del volcán Poas está preparadísimo para el turismo, hay un centro de visitantes y los senderos se encuentran en su mayoría pavimentados, el principal es como una autovía del senderismo: dos carriles de ida y vuelta separados por un seto central ajardinado. Se puede tardar una hora en recorrer los senderos pues de estos no puedes salirte ya que el bosque es impenetrable. El resto del tiempo se pasa viendo el cráter principal y la laguna. El bosque se nos presenta en todo su esplendor, mojado por la niebla y con jirones intermitentes de luz solar. Vemos volar colibríes y otros pájaros exóticos, y muchas plantas epifitas. El cráter activo del volcán Poas

A la una empieza a llover fuertemente y optamos por pasar a la cafetería y tomar un pastel de manzana y un café con leche calentito. En vez de en el trópico parece que estemos en los Alpes, calculo unos 15 grados de temperatura, claro que estamos a 2700 metros de altitud.
Un persistente olor a azufre invade toda la montaña proveniente del cráter activo del volcán. A la hora de irnos caían rayos que hacían temblar el autobús. Dos horas de viaje de nuevo hacía San José.
Una vez en la capital cambiamos dólares por colones en el Banco Nacional, tomamos café y pasamos una hora en Internet. Cogimos un taxi en la plaza del teatro y tuvimos la gran mala suerte de pillar el mayor atasco o, como dicen ellos, “presa”, en el que estuvimos atrapados dos horas para recorrer los seis kilómetros hasta el hotel. La gente se bajaba de los buses en la autovía y caminaba por la calzada bajo la lluvia, nosotros no nos atrevimos y tuvimos que soportar las diatribas de un típico taxista testigo de Jehová contra delincuentes y gentes de mal vivir, sobre todo nicas y colombianos; echaba de menos la pena de muerte y el ejército.

Ya en el hotel cenamos en el mejor restaurante pero la comida no estaba a la altura de la categoría del hotel. Como siempre a las 10 ya estábamos en la cama.

MANUEL ANTONIO






19 de febrero

A la mañana siguiente nuevo taxi, ya sin “presas” a la estación de la Coca Cola para tomar el bus a Manuel Antonio. los precios de los “tiquetes”,comprados la tarde anterior, son muy baratos, unos 5 €, y la comodidad de los buses es aceptable.

Desayunamos en una soda donde probé un pescado marinado riquísimo ¡a las 7 de la mañana! Nos acomodamos en el bus en asientos numerados al lado de Mauricio y family.

El trayecto supone atravesar la Cordillera Central hasta la costa del Pacífico, luego, por la carretera Costanera se llega hasta Jacó, Quepós y Manuel Antonio. El paisaje es cambiante: de los pastos de montaña se pasa a la llanura tropical donde destacan las plantaciones de palmeras. Atravesamos el río Tárcoles, donde habitan cocodrilos americanos a razón de 3 y medio por cada kilómetro lineal. Se les puede ver tumbados en el ribazo, calentándose al sol.

Después de 5 horas y media para 190 kilómetros llegamos a la playa Espadilla en la entrada del parque de Manuel Antonio; hay unos cuantos pequeños hoteles y un par de restaurantes; se considera un lugar muy turístico ¡pero no es así considerando los niveles a los que estamos acostumbrados en España!.

Aquí estamos buscando hotel en medio de un calor y sofoco enorme a las dos de la tarde. Tras varios intentos logramos conseguir uno aceptable por 40 euros la noche, el Coco Beach Hotel. Antes, un caza turistas nos llevó a unas cabinas llevadas por un colgao vasco, nos pedía 33 euros por un cuchitril mal oliente, le dijimos amablemente que a engañar a San Sebastián y entonces nuestro guía nos llevo a otro aun peor, eran cabinas como jaulas de prisión con literas muy cutres, las cabinas Ramírez. Aquí logramos deshacernos del guía y encontramos el hotel Coco Beach; habitaciones muy limpias con televisión y aire acondicionado a 100 metros de la playa por 40 euros la noche sin desayuno. No tenía restaurante, así que nos fuimos a comer a El Atardecer, en el centro de la playa. Yo probé de nuevo el ceviche de corvina, al que me he aficionado en Costa Rica, me lo pido siempre con la cerveza Imperial. Rafa siempre toma ensalada de palmito y aguacate, un clásico del país. Se come bastante bien y con variedad, siempre pagamos menos de 10 euros cada uno incluyendo varias cervezas y siempre en restaurante bastantes buenos, por ejemplo, esa noche cenamos en El Avión, uno de los restaurantes mejores de Manuel Antonio, un edificio espectacular de madera tropical colgado de una colina rodeado de selva y con el mar debajo. Aquí he pillado un fuerte resfriado por que la noche estaba lluviosa y los ventiladores los ponen a tope en todos los sitios. En los bares de la playa sirven estupendos mojitos y margaritas, valen 2.80 euros.

Todos los establecimientos son muy turísticos y más caros de los normal porque Manuel Antonio es lo mas "fashion" de las playas del Pacífico. La zona es un paraíso, aunque no se puede considerar ideal para un turismo de sol y playa porque, aunque las playas son perfectas, con arenas blancas, cocoteros, aguas cálidas y selva alrededor, llueve todos los días y el agua no suele estar clara sino llena de restos vegetales. Esta tarde nos dimos el primer baño en el Pacífico.


El segundo día en Manuel Antonio lo dedicamos por entero al Parque Nacional. Compramos agua y bocadillos y a las 8 de la mañana penetramos en el parque por la entrada de la playa. Antes de acceder a la taquilla se pasa por una laguna con un cartel avisando “ Aquí habitan cocodrilos. Precaución” Así desaniman al que quiera colarse por el agua. Nada más entrar en el parque encontramos la primera playa desierta que invitaba al baño, el cielo estaba azul y el calor ya apretaba bastante.

Hay muchos grupos de turistas con guías; paran al lado del camino y enfocan unos prismáticos con trípode para intentar ver algún bicho; te preguntan ¿Lo ves? ¿Lo ubicas? Y nosotros no vemos nada de nada...pero al final les dices que sí porque da vergüenza reconocer lo cegato que eres. A pesar de todo, hemos visto iguanas, perezosos, tapires, monos araña, y sobre todo monos carablanca que se abalanzan abrir las mochilas y llevarse la comida de los turistas.

Recorrimos tres rutas de unos 10 kilómetros en total. Lo mejor fue el sendero de la catarata, una trocha que se interna en la selva con tramos abierto a machetazos, entre lianas y plantas exuberantes. Se llega a una pequeña catarata, con poca agua porque ahora es la estación seca, donde nos bañamos para refrescarnos. Estábamos solos en medio de la selva y a veces daba un poco de aprensión por el ruido de los animales y el miedo a desorientarse si te sales del sendero. El calor y humedad es extremo, pero lo bueno es que ni hay mosquitos ni el sol te llega a quemar porque sus rayos no penetran hasta el sotobosque.





Después de las caminatas matutinas por el Parque Nacional, comimos en la playa rodeados de iguanas y monos. Dedicamos la tarde al baño, el sol quemaba mucho pero nos podíamos proteger bajo la copa de los árboles, abundan los manzanillos, cuyo fruto es una baya diminuta con olor a manzana, el almendro, nada que ver con el de Europa, guayabos, árbol del cacao y cientos de especies más.

A las cuatro salimos del parque y paramos en el Café del Mar a tomar una Imperial; de repente empezó a caer una tromba de agua que nos retuvo dos horas en el bar; creíamos que se inundaba todo, luego siguió lloviendo más dulcemente toda la tarde y la noche.

VOLCÁN ARENAL

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Vista del volcán desde la plaza de La Fortuna

Nos ha gustado mucho Manuel Antonio pero lo abandonamos con la ilusión de ir a conocer el Volcán Arenal nuestro próximo destino. Salimos a las siete de la mañana en un interbus que por 25 euros cada uno te lleva de un hotel a otro de cualquier enclave turístico del país. No es muy conveniente tomarlos a no ser para trayectos complicados de hacer en buses públicos porque en las busetas del interbus se va bastante incómodo, son furgonetas con asientos muy pequeños y encima paran mucho para hacer las interconexiones de sus recorridos. Tardamos siete horas para doscientos cincuenta kilómetros de Manuel Antonio a la Fortuna.

Pasamos por el famoso rió Tórcoles y vimos los cocodrilos desde el autobús; paramos en Jacó y Cañas y luego rodeamos el lago Arenal hasta llegar a la Fortuna; éste pueblo es muy alegre, lleno de restaurantes y negocios pero a la vez es muy tranquilo soleado y cálido, se encuentra situado entre fincas y bosques al lado del impresionante volcán que impone su vista desde cualquier punto de la comarca. El Volcán es un cono perfecto, casi siempre tiene una nube en el cráter pero si se despeja se pueden apreciar fumarolas intermitentes de gases; sin embargo el aire es muy puro y no huele a azufre como en la zona del Volcán Poas.

El chofer del interbus nos lleva al Hotel Las Colinas, en el centro del pueblo. Lo lleva una señora y su hija, son encantadoras. El hotel nos sorprendió pues es nuevo y limpísimo, hay una terraza con vistas al volcán donde desayunamos y tomamos las cervezas. La habitación cuesta 28 euros y es muy confortable. Estamos muy a gusto en este pueblo.

El primer día comimos en el Jardín un Casado de lomito, que es un plato enorme con lomo de vaca al grill, arroz, frijoles, queso, ensalada plátano frito y verduras variadas. Es plato único y te deja satisfecho; los casados suelen costar de dos cincuenta euros a cuatro dependiendo de la categoría de la soda.

Dedicamos la tarde a pasear por el pueblo y contratar el tour del volcán y las aguas termales para el día siguiente, pagamos cuarenta y dos euros cada uno por una caminata en la ladera del volcán para ver la lava de noche más dos horas en las Termas Tabacón con cena incluida.

Cenamos en la soda La Parada, un clásico del pueblo, abierta las 24 horas del día. Tomamos Langostinos tigre al ajillo con una cerveza; aquí no tienen licencia para vender cerveza porque están a menos de cien metros de la iglesia pero al turista nos la sirven camuflada en vasos de plástico de refresco. El camarero fue muy simpático y nos explicó como pedir las cosas fuera de los locales para turistas.

La catarata desde el mirador de la Reserva Natural

Al día siguiente nos levantamos tarde, ¡a las siete! La caminata hasta la catarata del río Fortuna son cinco kilómetros de nada pero cuando llevábamos un kilómetro no podíamos más a causa del calor, el polvo y lo empinado del camino. Afortunadamente nos paró un todo terreno de unos canadienses y nos ofreció llevarnos, menos mal porque si no nos hubiéramos vuelto al hotel.

Maravillas de la Naturaleza en la Reserva de la Catarata

Se pagan unos dos euros por entrar en uno de los lugares más inolvidables por su belleza en todo el mundo.
Es alucinante el lugar, maravilloso, un circo de selva cerrada exuberante por el que hay que descender por una escalera de seiscientos metros de profundidad. La Catarata forma una laguna donde nos bañamos un buen rato en el agua fresquita. Un paraje inolvidable.

Un jacuzzi de lo más natural.

Bajamos de nuevo el camino hacia el pueblo pero ya cuesta abajo y con menos calor porque el cielo estaba más nuboso. Nadie se paró esta vez a llevarnos.

La comida de hoy fue la mejor en lo que llevamos en Costa Rica; un casado de solomillo riquísimo en el Restaurante Don Rufino, un sitio muy afamado y con mucha clientela.

A las tres de la tarde comenzamos el tour del volcán, fue un poco decepcionante por que lo más que te acercas es a dos kilómetros de la base por el lado donde cae la lava que es el opuesto al del .

(Vista del volcán en la erupción de 1997)

del pueblo.Es curioso porque la mitad de la montaña es roca viva, cenizas y deyecciones del cráter y la otra es verde y cubierta completamente de bosque. Hasta que se hace de noche se pasa el tiempo en la finca el mirador del silencio con los guías explicando curiosidades del volcán y de la botánica del lugar luego te llevan a un puente que es donde es supuestamente mejor se ve caer la lava, pero es un rollo porque está muy alejado y lleno de furgonetas de turistas que cada cinco minutos gritan y aplauden cuando hay un pequeño derrumbe de rocas de lavas incandescentes, sólo se ven puntos rojos en la lejanía y eso teniendo suerte. No nos impresionó en absoluto.

Lagunas sulfurosas en las laderas del volcán

Las Termas Tabacón si fueron una gozada, es un recinto que abarca un tramo de río que baja lleno de agua a cuarenta o cincuenta grados; han formado lagos, pozas y cascadas en medio de unos jardines preciosos. La atmósfera de noche es muy especial, está iluminado de manera muy tenue y el vapor del agua que se desprende de los pozos lo envuelve todo. La verdad es que pocos minutos se aguanta en el agua pero se pasa el rato probando las diferentes rocas y cascadas del río. Cenamos en el buffet de las termas; mucho lujo y nada especial en cuanto a la comida, iba todo incluido en el precio pero tenías extras hasta por el agua mineral. Es curioso porque había que pagar el agua y entraba gratis los zumos de piña, mango o naranja. No dejó de llover en toda la tarde pero dentro del agua ni se nota, sólo que las toallas en vez de secar empapaban más aún el cuerpo.

Las Termas pertenecen al Hotel Tabacón y sus huéspedes pueden pasar gratis, claro que previamente pagas doscientos euros por la habitación.

Heliconia,muy común en todo el país.

23 de Febrero

Hoy toca viajar a San José de nuevo pero antes vamos hacer una actividad de lo más esperado del viaje: el canopy tour. Esa misma mañana no lo vende la señora del hotel por veintiocho euros cada uno y a las ocho vienen a buscarnos para llevarnos a la finca donde lo hacen. Vamos seis personas, nosotros dos, dos chicas croatas que hablan bien español y con las que nos intercambiamos los emails para enviarnos fotos, y una pareja franco magrebí más reservada. Una de las croatas era algo gruesa y lo pasó fatal, estuvo a punto de abandonar llorando, luego contaré la razón.

Había que subir por la montaña durante media hora, ellos fueron a caballo y nosotros optamos por el tractor porque ya conocemos la experiencia de cabalgar en climas cálidos, el sudor produce escoceduras entre las piernas y en los traseros sensibles como los nuestros.

El canopy consiste en deslizarse por unos cables de acero de cincuenta a trescientos metros de longitud tendidos desde plataformas instaladas en las copas de los árboles. La velocidad depende de la inclinación del cable y del peso con el que se lanza, al final del cable tienes que ir frenando y si te pasas de frenada te quedas a mitad de trayecto y tienes que jalarte tirando de brazos hasta el final, esto nos pasó a Rafa y a mí en un cable, o bien ir el monitor a buscarte y arrastrarte tirando de ti , que fue lo que le pasó a la pobre croata varias veces pues su peso la aceleraba mucho y ella muerta de miedo frenaba a tope. Le daba apuro como sudaba el monitor arrastrándola hasta el final y sólo sabía repetir gimiendo ¡Cómo puede ayudarte!. La altura por la que te deslizas es de unos sesenta y cinco metros y si el cable atraviesa una vaguada la impresión es tremenda. La seguridad es total pues siempre llevas el arnés enganchado y los chicos parecen muy expertos. Una experiencia muy intensa, la pena es que sólo hicimos nueve cables, quizás lo repitamos en otro sitio pues es una actividad que la hay en todo el país.


El camino de vuelta lo hicimos en quad detrás del caballo del monitor que iba colina abajo al galope, apenas lo podíamos seguir.

Dejamos La Fortuna en el bus de las 12:45 en vez de esperar al de las 14:45 que nos había recomendado la señora del hotel, ¡Gran error! Pues era un bus corriente que para en cada cruce, iba abarrotado con gente de pie en el pasillo y tardamos cinco horas en hacer ciento cincuenta kilómetros. Llegamos hechos polvo al Hotel Barceló Palma Real en San José, cerca del aeropuerto doméstico de Tobías Bolaños desde donde teníamos que volar mañana a las 6:30 hacia Tortuguero.

¡Otra vez a disfrutar de esas maravillosas camas americanas king size!.


TORTUGUERO



24 de Febrero

Lo bueno de viajar por tu cuenta es que conoces la realidad del país pero lo malo es que se pierde mucho tiempo de espera en los buses públicos. No ha sido el caso para llegar a este enclave remoto de la selva caribeña pues solo nos ha llevado 25 minutos de vuelo y 10 minutos de taxi lancha hasta el hotel...para salir de aquí nos tomará unas 6 horas de lancha y bus.


¡Tortuguero! Vaya lugar aislado del mundo... llueve y llueve... la ropa y todo el cuerpo están húmedos, te mueves y te empapas de sudor, te vistes el chubasquero y te cueces en tu jugo. Agua en el cielo, a un lado la laguna, y al otro el mar y por debajo hierba mojada o barro. Es el reino de lo verde, muros de selva se alzan a ambos lados de los canales sin un resquicio para penetrar. Sólo el pequeño poblado es una huella humana en esta selva...bueno, el poblado y los diversos resorts de lujo enclavados en la laguna.

El pueblo de Tortuguero no tiene calles, hay un camino principal pavimentado a tramos, y senderos trasversales de tierra que comunican las casitas multicolores, las pulperías y las cabinas de los turistas, pues aquí viven más visitantes que lugareños. Hay muchos negros del caribe y nicaragüenses pues la frontera dista unos 50 kilómetros.

Estamos alojados en Casa Marbella, es un bed and breakfast llevado por Daryll, un biólogo canadiense y su mujer costarricense. El es un hombre muy atento y el trato es familiar, somos unos doce huéspedes, no hay restaurante ni bar,sólo sirven el desayuno en un gran porche que da al embarcadero. Hay un pequeño jardín donde hemos visto diminutas ranas rojas venenosas, sapos gigantes que salen de noche y colibríes.

Se está muy a gusto en esta casa aunque nuestro cuarto, que da al sendero principal, está en la planta baja por lo que oímos continuamente las conversaciones de los paseantes. Por supuesto la casa es de madera pintada de amarillo; todo está bastante limpio y cuidado.

De los dos días aquí, el primero no hicimos otra cosa que pasear y familiarizarnos con la vida del pueblo, conocer los restaurante y relajarnos en la casa. Comimos en La Casona, nada del otro mundo y cenamos en Miss Junie, lo mejor del pueblo, un sitio muy especial: lo montó la mujer del fundador del poblado en los años veinte para dar de comer a los trabajadores de las madereras, luego alimentó a los caucheros, después a los guerrilleros de Fidel Castro que se entrenaban aquí antes de pasar a Cuba, después vinieron científicos y biólogos al crearse el Parque Nacional y fue el único comedor hasta la llegada del turismo en los años noventa. Probamos comida caribeña, pollo al coco y un pargo enterito con salsa de coco, cervezas y pastel de plátano. Pagamos unos veintitrés euros por los dos.

Tortuguero es el paraíso de los biólogos y naturalistas, sería perfecto si de vez en cuando viéramos el sol, pero es que no para de llover y la humedad lo cala todo, tampoco hace mucho calor, incluso dormimos con una fina manta

El segundo día comenzó con Daryll llamando a nuestra puerta a las cinco treinta de la madrugada para salir en barca por los canales. La gente va a Tortuguero para ver el desove de las tortugas gigantes, pero ,cuando no es época, el plato fuerte de la estancia es esta excursión matutina por las lagunas viendo animales.

La excursión dura tres horas durante las cuales Daryll, con un puntero láser, nos señalaba los animales que podíamos ver en el muro vegetal, luego nos dejaba prismáticos para atisbarlos de cerca. Lo que se ve sin problemas es todo tipo de aves, garzas, loros y tucanes; vimos también un perezoso, monos aulladores y cariblancos, un puerco espín, y un bello basilisco jesucristo posado en una rama posado a cinco metros de la barca. No encontramos ni serpientes ni caimanes. Daryll dijo que fue un buen día de avistamientos. Yo creo que no se trata de ver animales en cantidad sino de apreciarlos en su medio natural, oír el sonido de la selva y respirar la paz de la naturaleza viva.

Una curiosidad: si huele a estiércol de vaca es señal de que hay familia de monos aulladores cerca.

Nos cayeron chaparrones intermitentes y volvimos calados a pesar de los ponchos de aguas que nos proporciono Daryll.

A las nueve estábamos desayunando y comentando la experiencia con nuestros compañeros de excursión, una simpática pareja de Kentucky, Laura y Daniel son veterinaria y Fiscal, hablan algo de español y están enamorados de lo latino. Ella me preguntó por Copito de Nieve y cuando le dije que había muerto casi se pone a llorar y medio el pésame compunjidamente.

Después de descansar unas horas nos fuimos a recorrer el Parque Nacional por un sendero marcado de una hora de recorrido. No nos dejaron entrar con nuestro calzado y nos hicieron volver a la casa a por unas botas de agua ¡Gracias por no dejarnos! Porque el sendero parecía a tramos un lodaza que te tragaba, se hundían las botas unos quince centímetros en el fango.


Como íbamos sin guía sólo pudimos ver una araña y unas mariposas en cuanto a animales, y, eso sí, árboles espectaculares y plantas de lo más raro. Me gusta el sangrillo, un árbol gigantesco que ,si le haces una pequeña incisión en la corteza, sangra; es decir, salen unas gotas de savia de color rojo oscuro y espesa como la sangre, en inglés le llaman bloodtree o árbol de la sangre.

Son curiosas las palmeras andantes ,que cada año se mueven un metro buscando la luz a base de dejar caer las ramas al suelo y echar nuevas raíces en la punta de la rama, de ahí salen nuevos troncos y hojas y los viejos se pudren.

Ya con hambre, después de una mañana tan intensa, recalamos en el bar La Culebra, muy tico ,a tomar una cervecita. Buscamos un restaurante de comida auténtica popular caribeña: La Lapa Verde; somos los únicos clientes del día y la señora Florencia, una negraza de ciento veinte kilos, nos ofrece cocinar un casado de pollo o pescado, aquí al casado lo llaman rice and beans, influencia del inglés jamaicano, y se acompaña con zumo de piña natural, llamado fresco. Esta vez el pescado es un róbalo entero sacado de la laguna; lo fríe mientras tomamos la cerveza y no los sirve con una salsa criolla exquisita.Es el sitio más humilde y la comida más sabrosa de Tortuguero.

Por la tarde hemos caminado hacia el norte, hasta el resort más pegado al pueblo; el Mawamba Lodge. Hay una playa kilométrica donde desovan las tortugas de marzo a octubre, pero es inviable para el baño: el mar siempre está agitado, hay rompientes, corrientes, olas enormes, barracudas y otros bichos, troncos y restos vegetales; éste panorama no invita a disfrutar del mar y, de hecho, es imposible el contacto del pueblo con el mundo por vía marítima. Tortuguero sólo es accesible por los canales, o bien por avioneta.

Mañana nos vamos canal abajo, setenta kilómetros navegando hasta Moín. Creo que veremos caimanes, muy abundantes en éste canal.

26 de Febrero

Se inicia el último tramo del viaje.

Nos despedimos de Daryll y Gina, su mujer, y aquí estamos, en el muelle de la casa, esperando la lancha que nos lleve a Moín, cerca de la ciudad de Puerto Limón, la capital del Caribe.

Dejamos con pena Tortuguero en una mañana soleada. Este es un rincón perdido del país, ideal para un par de días de tranquilidad. Creo que se conservará así por mucho tiempo, pues el turismo está limitado por el difícil acceso y los lugareños están convencidos de que mantener el lugar con su carácter primitivo es su mayor atractivo.

PLAYA CHIQUITA




PLAYA CHIQUITA

27 de Febrero

¡Qué suerte tenemos! Llevamos dos horas en la zona de Puerto Viejo con un sol tremendo. Amanece brumoso por que las noches son frescas y húmedas pero a las 7 ya el sol se abre paso. No se pasa calor por que esta todo muy sombreado, las cabañas donde estamos como todas las de la zona están construidas bajo enormes árboles y plantas que no dejan pasar un rayo de sol en todo el día. Hay que dormir en camiseta por causa del relente, las sábanas y toda la ropa esta siempre húmeda.

Llegamos a Moín sobre las 2 de la tarde y tomamos una buseta para turistas que por siete euros te lleva a Puerto Viejo. La llegada a este poblado fue desilusionante, cerca del pueblo la carretera a perdido el asfalto y todos los vehículos producen nubes de polvo que ensucian todo; el pueblo son fundamentalmente bares y cabinas para mochileros; decidimos no bajarnos de la buseta y continuar hacia Manzanillo. En esta carretera están situados los lodges de lujo, escondidos en la selva y el ambiente es más relajado. Nos paramos en el lodges Costa de Papito a preguntar y resultó que no tenían sitio libre, nos aconsejaron el Cariblu y el Azania que estaban al lado, tampoco tenían sitio. Son alojamientos muy recomendados en Internet y se ocupan con mucha antelación. Como en ese momento pasó un bus hacia Manzanillo nos subimos y avanzamos unos kilómetros hasta el Playa Chiquita Lodge, ya desesperados pues eran las seis y casi de noche preguntamos al dueño, un alemán llamado Wolf que nos tranquilizó y nos aseguró que dormiríamos donde fuera incluso nos ofreció el cuarto de sus hijos, tres mulatos de su esposa, una negra costarricense joven y guapa, le dijimos que de ninguna manera echaríamos a los niños de su cuarto cuando vimos la cara que puso la madre. Hizo unas llamadas y nos arreglo la noche en un lodge que estaba muy cerca. Nos llevó es su todo terreno al Miraflores Lodge de Pamela Palmer, norteamericana con veinte años de residencia en el país, también súper amable, nos dio la habitación más chula que hasta ahora hemos tenido en Costa Rica, en el altillo de una cabaña de madera noble, enormes camas con mosquiteras, duchas en el balcón exterior...... una pasada. Nos pidió 35 euros con desayuno y aceptamos encantados.



Esa noche en desagravio por las penalidades pasadas en el día nos zampamos una parrillada en una marisquería de dueño español, tenían sangría y paella. La parrillada llevaba pargo, mejillones, calamares, lenguado, langostinos y media langosta, muy bueno todo menos los langostinos, camarones en Costa Rica, que estaban secos y duros. Lo acompañamos con la habitual ensalada de palmitos y varias cervezas, el precio de 24 euros los dos también nos supo bueno.

A la mañana siguiente después del desayuno paseamos por la finca del lodge, bastante descuidada y tuvimos la experiencia de ver y tocar un perezoso que andaba por allí, Pamela nos dijo que se asustaba si intentábamos acariciarlo pero al ser tan lento no podía retirarse para evitar el roce humano, no es extraño que sea presa fácil de sus depredadores; serpientes boas, jaguares y águilas arpías

Nos trasladamos después de desayunar al Playa Chiquita Lodge nos dieron un bungalow de madera también decorado con gusto enfrente del jardín, "veranda" con hamaca y baño enorme con agua muy caliente, lo mejor es que tiene acceso directo a la playa por un sendero de 100 metros, hay una ducha incrustada en el tronco de un árbol para quitarse la arena de la playa. Por la noche en estos jardines se ven destellos luminosos entre la maleza y volando, son unas potentes luciérnagas que ofrecen un espectáculo sorprendente. Se oyen intermitentes rugidos de los monos aulladores que habitan entre los árboles. Creo que vamos a estar muy a gusto en este lugar.

Por la tarde bajamos en bus al pueblo a sacar dinero y ver el ambiente, No nos llena mucho esta mezcla de barecillos y puestos de abalorios, nada especial. Cenamos en una soda local de ambiente muy tico, un buen casado de bistec todos los locales estaban viendo el partido Alajualense contra Herediano de la liga nacional.


28 de Febrero

Hoy hemos alquilado bicis para dos días por tres euros por jornada y estamos recorriendo la carretera hasta Manzanillo, va paralela al mar pero no se ve porque la selva cierra la vista. Nos paramos de vez en cuando para tomar un baño en las playas de Punta Uva y Manzanillo, son las mejores del caribe costarricense, arena blanca, aguas claras y relativamente tranquilas, palmeras y cocoteros. No hay que imaginar playas limpias y cuidadas como en España, aquí nadie recoge los restos vegetales, cocos, troncos, ramas, raíces y hojas que caen o trae el mar, en Manzanillo los coches aparcan en la arena junto a las barcas, hay restos de barbacoas y bancos para descansar.

Ahora estamos en la playa esperando para comer en el famoso Maxi`s....... hace mucho calor y el agua del mar no refresca mucho porque es muy cálida


ÚLTIMO DÍA EN EL CARIBE



PLAYA CHIQUITA

29 de Febrero

Último día en Puerto Viejo. ¡Vaya decepción en el restaurante Maxi´s! Nos soplaron 30 euros por plato de Langosta con sabor únicamente a cebolla. Ya sabíamos que la Langosta caribeña no es como la gallega, pero si ya de por sí sabe poco, la llenan de salsa y cebolla frita hasta que se anula el sabor a marisco. Pedimos Langosta de medio kilo y nos arrepentimos. Hemos comido mejor en muchos sitios de Costa Rica que en famoso Maxi`s, es una trampa para turistas que hay que evitar.

Conocimos a cuatro catalanas que estaban esperando la comida, se sentían como en casa por que el tal Maxi es un seguidor del Barcelona y tiene todo lleno de carteles y banderas del equipo.

Pasamos la tarde recorriendo playitas con la bici y luego descansando en el lodge.

La mañana del viernes la dedicamos a Playa Negra y Puerto Viejo. Como nos suele pasar siempre la primera impresión de los sitios no es la que nos queda al final, pues ahora estamos encantados en Puerto Viejo. Las lluvias de la noche limpiaron el polvo y el pueblo se nos presenta por la mañana limpio, brillante y fresco. Se respira un aire de relajación total. Hoy es viernes y las playas se animan con surfistas que van a montar la celebre ola Salsa Brava. A la hora de comer devolvemos las bicis con el culo dolorido, son bicis pesadas que cuestan mucho moverlas, no tienen marchas ni frenos.

La tarde la pasaremos en la playita del lodge descansando para la paliza de mañana. Queremos dedicar unas horas a comprar en San José antes de salir hacia el aeropuerto. De lo que venden nos gusta para llevar una hamaca y unas figuras de madera en forma de lagartija para colgar en la pared. Hay telas o pareos muy alegres y esculturas de maderas tropicales.

¡TODAVÍA EN SAN JOSÉ!


2 de Marzo
Todavía estamos aquí
¡Gracias a Iberia por ayudarnos a pagar el viaje!

. Esta vez la amenaza del overbooking se materializó, nos dejaron en tierra hasta el vuelo de mañana. Prometieron una indemnización de seiscientos euros por persona y nos alojan en pensión completa en el hotel Best Western Irazú, un hotel americano total, muy animado, con piscina, jacuzzi, casino, bar con bebidas gratis durante una hora (muchos americanos borrachos con 4 ó 5 copas en la mesa a la vez), Internet gratis y rápido, etc. Es el hotel de San José que más nos ha gustado. La comida la hacemos en el restaurante americano Denny`s y nos dan un menú especial de aerolíneas, es como un fast food de calidad, como los Foster Hollywood en España.

Hemos pasado la mañana entre el jacuzzi y la piscina y a las dos treinta nos espera el taxi hacia el aeropuerto para dejar Costa Rica definitivamente pues ayer ya nos asignaron nuestros asientos en el avión.

Compras:

Poco se puede llevar de recuerdo y nada barato. Al final compramos todo en una tienda cerca de la plaza de la Democracia, nos atendieron muy cariñosamente y nos hicieron descuento. Compramos lagartijas de madera para colgar en la pared a 18 euros cada uno, multicolores pareos con figuras de animales hechos en Nicaragua a 7 euros; una ensaladera de buena madera tropical a 30 euros, unos ping de mariposas y un sombrero. En un súper cargamos con un par de kilos de café la Montaña y dos litros de salsa Lizano, un aderezo para todo tipo de platos que nos ha acompañado en todas las comidas en Costa Rica. En las tiendas libres de impuestos del aeropuerto compramos dos botellas de ron y dos perfumes.

"Geckos" o lagartijas de madera decorada,comprado en San José.