TORTUGUERO



24 de Febrero

Lo bueno de viajar por tu cuenta es que conoces la realidad del país pero lo malo es que se pierde mucho tiempo de espera en los buses públicos. No ha sido el caso para llegar a este enclave remoto de la selva caribeña pues solo nos ha llevado 25 minutos de vuelo y 10 minutos de taxi lancha hasta el hotel...para salir de aquí nos tomará unas 6 horas de lancha y bus.


¡Tortuguero! Vaya lugar aislado del mundo... llueve y llueve... la ropa y todo el cuerpo están húmedos, te mueves y te empapas de sudor, te vistes el chubasquero y te cueces en tu jugo. Agua en el cielo, a un lado la laguna, y al otro el mar y por debajo hierba mojada o barro. Es el reino de lo verde, muros de selva se alzan a ambos lados de los canales sin un resquicio para penetrar. Sólo el pequeño poblado es una huella humana en esta selva...bueno, el poblado y los diversos resorts de lujo enclavados en la laguna.

El pueblo de Tortuguero no tiene calles, hay un camino principal pavimentado a tramos, y senderos trasversales de tierra que comunican las casitas multicolores, las pulperías y las cabinas de los turistas, pues aquí viven más visitantes que lugareños. Hay muchos negros del caribe y nicaragüenses pues la frontera dista unos 50 kilómetros.

Estamos alojados en Casa Marbella, es un bed and breakfast llevado por Daryll, un biólogo canadiense y su mujer costarricense. El es un hombre muy atento y el trato es familiar, somos unos doce huéspedes, no hay restaurante ni bar,sólo sirven el desayuno en un gran porche que da al embarcadero. Hay un pequeño jardín donde hemos visto diminutas ranas rojas venenosas, sapos gigantes que salen de noche y colibríes.

Se está muy a gusto en esta casa aunque nuestro cuarto, que da al sendero principal, está en la planta baja por lo que oímos continuamente las conversaciones de los paseantes. Por supuesto la casa es de madera pintada de amarillo; todo está bastante limpio y cuidado.

De los dos días aquí, el primero no hicimos otra cosa que pasear y familiarizarnos con la vida del pueblo, conocer los restaurante y relajarnos en la casa. Comimos en La Casona, nada del otro mundo y cenamos en Miss Junie, lo mejor del pueblo, un sitio muy especial: lo montó la mujer del fundador del poblado en los años veinte para dar de comer a los trabajadores de las madereras, luego alimentó a los caucheros, después a los guerrilleros de Fidel Castro que se entrenaban aquí antes de pasar a Cuba, después vinieron científicos y biólogos al crearse el Parque Nacional y fue el único comedor hasta la llegada del turismo en los años noventa. Probamos comida caribeña, pollo al coco y un pargo enterito con salsa de coco, cervezas y pastel de plátano. Pagamos unos veintitrés euros por los dos.

Tortuguero es el paraíso de los biólogos y naturalistas, sería perfecto si de vez en cuando viéramos el sol, pero es que no para de llover y la humedad lo cala todo, tampoco hace mucho calor, incluso dormimos con una fina manta

El segundo día comenzó con Daryll llamando a nuestra puerta a las cinco treinta de la madrugada para salir en barca por los canales. La gente va a Tortuguero para ver el desove de las tortugas gigantes, pero ,cuando no es época, el plato fuerte de la estancia es esta excursión matutina por las lagunas viendo animales.

La excursión dura tres horas durante las cuales Daryll, con un puntero láser, nos señalaba los animales que podíamos ver en el muro vegetal, luego nos dejaba prismáticos para atisbarlos de cerca. Lo que se ve sin problemas es todo tipo de aves, garzas, loros y tucanes; vimos también un perezoso, monos aulladores y cariblancos, un puerco espín, y un bello basilisco jesucristo posado en una rama posado a cinco metros de la barca. No encontramos ni serpientes ni caimanes. Daryll dijo que fue un buen día de avistamientos. Yo creo que no se trata de ver animales en cantidad sino de apreciarlos en su medio natural, oír el sonido de la selva y respirar la paz de la naturaleza viva.

Una curiosidad: si huele a estiércol de vaca es señal de que hay familia de monos aulladores cerca.

Nos cayeron chaparrones intermitentes y volvimos calados a pesar de los ponchos de aguas que nos proporciono Daryll.

A las nueve estábamos desayunando y comentando la experiencia con nuestros compañeros de excursión, una simpática pareja de Kentucky, Laura y Daniel son veterinaria y Fiscal, hablan algo de español y están enamorados de lo latino. Ella me preguntó por Copito de Nieve y cuando le dije que había muerto casi se pone a llorar y medio el pésame compunjidamente.

Después de descansar unas horas nos fuimos a recorrer el Parque Nacional por un sendero marcado de una hora de recorrido. No nos dejaron entrar con nuestro calzado y nos hicieron volver a la casa a por unas botas de agua ¡Gracias por no dejarnos! Porque el sendero parecía a tramos un lodaza que te tragaba, se hundían las botas unos quince centímetros en el fango.


Como íbamos sin guía sólo pudimos ver una araña y unas mariposas en cuanto a animales, y, eso sí, árboles espectaculares y plantas de lo más raro. Me gusta el sangrillo, un árbol gigantesco que ,si le haces una pequeña incisión en la corteza, sangra; es decir, salen unas gotas de savia de color rojo oscuro y espesa como la sangre, en inglés le llaman bloodtree o árbol de la sangre.

Son curiosas las palmeras andantes ,que cada año se mueven un metro buscando la luz a base de dejar caer las ramas al suelo y echar nuevas raíces en la punta de la rama, de ahí salen nuevos troncos y hojas y los viejos se pudren.

Ya con hambre, después de una mañana tan intensa, recalamos en el bar La Culebra, muy tico ,a tomar una cervecita. Buscamos un restaurante de comida auténtica popular caribeña: La Lapa Verde; somos los únicos clientes del día y la señora Florencia, una negraza de ciento veinte kilos, nos ofrece cocinar un casado de pollo o pescado, aquí al casado lo llaman rice and beans, influencia del inglés jamaicano, y se acompaña con zumo de piña natural, llamado fresco. Esta vez el pescado es un róbalo entero sacado de la laguna; lo fríe mientras tomamos la cerveza y no los sirve con una salsa criolla exquisita.Es el sitio más humilde y la comida más sabrosa de Tortuguero.

Por la tarde hemos caminado hacia el norte, hasta el resort más pegado al pueblo; el Mawamba Lodge. Hay una playa kilométrica donde desovan las tortugas de marzo a octubre, pero es inviable para el baño: el mar siempre está agitado, hay rompientes, corrientes, olas enormes, barracudas y otros bichos, troncos y restos vegetales; éste panorama no invita a disfrutar del mar y, de hecho, es imposible el contacto del pueblo con el mundo por vía marítima. Tortuguero sólo es accesible por los canales, o bien por avioneta.

Mañana nos vamos canal abajo, setenta kilómetros navegando hasta Moín. Creo que veremos caimanes, muy abundantes en éste canal.

26 de Febrero

Se inicia el último tramo del viaje.

Nos despedimos de Daryll y Gina, su mujer, y aquí estamos, en el muelle de la casa, esperando la lancha que nos lleve a Moín, cerca de la ciudad de Puerto Limón, la capital del Caribe.

Dejamos con pena Tortuguero en una mañana soleada. Este es un rincón perdido del país, ideal para un par de días de tranquilidad. Creo que se conservará así por mucho tiempo, pues el turismo está limitado por el difícil acceso y los lugareños están convencidos de que mantener el lugar con su carácter primitivo es su mayor atractivo.

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